sábado, julio 15, 2006

SECUENCIAS



DISCO INFIERNO

Hubo un lugar, en el que parecían acelerarse nuestros procesos adolescentes.
Era un boliche, o discoteque o simplemente disco como se dice ahora. En ese lugar empezamos a tener contacto real con la "noche"; con su magia y sus miserias.
Ricardo no acostumbraba a ir seguido pero tengo presente lo bien que la pasamos las veces que estuvimos juntos.
Definitivamente de alguna manera todo el colegio pasó por ese lugar.
Había algo que nos parecía trágico en ese momento y con el tiempo descubrimos que era una tontería. En realidad descubrimos que el fin del mundo a los catorce años es ahora un vaso que recién se empieza a llenar.
El problema eran “nuestras chicas”. Ahí fue que empezamos a descubrir que “nuestras chicas” del curso comenzaban a transformarse en mujeres.
Bastaba verlas los sábados muy producidas para sorprendernos y notar lo que estaba pasando.
Era costumbre empezar la semana buscando detrás de esos uniformes amorfos aquellas curvas insinuadas en la disco, buscar también esos gestos sensuales de ojos delineados y labios pintados, en esas caras lavadas de semana.
La tragedia real era acercarse a hablar con estas chicas, siempre acompañadas de amigas desconocidas para nosotros.
Era:
- Ho oo la … eee có coco mo estasss?
- Ah, bien Adriancito….

Adriancito!!, me mataba ese diminutivo que nunca utilizaba en la escuela. Porqué Adriancito y no simplemente Adrián? o Adri? como sí me llamaban…Es que las chicas debían mostrarse superiores ya que sus ojos y sus labios solo estaban esperando por los chicos mayores de cuarto o quinto año.
Y ahí pasábamos las noches tratando de conquistar lo inconquistable.

Pero la vida da vueltas y de repente nosotros tuvimos los 16 años necesarios para estar en cuarto y esperar por la atención de las nuevas chicas menores. Pensamos que nuestras compañeras estarían perdidas en la disco.
Pero no, esa fue otra tragedia … ellas ya pensaban en los de veinte.


A ESOS OJOS TRISTES

- El que ríe demasiado no es felíz, le dije entre el rocío de una noche única.
- Es verdad…me dijo y dejó de reír.

No quería que dejara de reír, solo quería que dejara de tiritar y creí que bastaba con mi suéter. Pero no fue así. También quería que me contara los silencios que llevaba en su mirada.
Y así lo hizo.
Ricardo siempre pensó que Maria había sido tan importante siempre, pero no fue así.
Creo bien, que fue a partir de esa noche, ya por cuarto año y en la fiesta de una amiga, la ví sola sentada en un banco del parque, me acerqué y no dejamos de hablar y hablar.
Eso fue todo.
Ni besos, ni promesas.
Una charla trasnochada de palabras y palabras que solo dicen una sola cosa.
De esa manera algo comenzó entre nosotros, algo que no fue amor, ni obsesión. Algo diferente, incomprensible y único.
Volvimos a tener charlas como esas en otros madrugadas así, pero todo desapareció cuando más tarde formamos pareja.
De alguna manera esa es la explicación a mi alejamiento definitivo y a mis formas de reir demasiado.


LA TROPA BRAVA

Salir y entrar de los recreo era mucho más que eso.
Salir era
- Todos juntos a la conquista.
Nunca supe bien a la conquista de que, pero salíamos a la conquista.
Nuestra salida era ruidosa, nuestros risas eran ruidosas y los gestos exagerados con esa idea de ser el centro de todo.
De pensar que los demás permanecían mirándonos, atentos a nuestros movimientos.
Todos juntos ahí en el patio.
Era…el mejor lugar.
A veces otros alumnos intentaban unirse, pero nuestras miradas se comunicaban a la velocidad de la luz, y encontrábamos la forma de hacer sentir “fuera del grupo” al otro individuo que decidía retirase disimuladamente.
Y seguíamos ahí, juntos a la conquista de todo.
Y así fue.
Lo tuvimos todo.

1 Comments:

Anonymous Anónimo said...

que hermosa manera de escribir. estoy leyendo todos tus blogs y me encantan, creo que no me van a dejar dormir jaja

y escribo precisamente en este post porque describes una relacion de colegio que fue lo que yo pase recientemente....

estoy casi sin palabras, muy bueno todo, te felicito...

9:32 p. m.  

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